domingo, 30 de noviembre de 2008

TIEMPO DE ADVIENTO

Comienzo: El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico

Término: Adviento viene de adventus, venida, llegada, próximo al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.
Color: La Liturgia en este tiempo es el morado.
Sentido: El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor.
Duración: 4 semanas
Partes: Se puede hablar de dos partes del Adviento:
a) desde el primer domingo al día 16 de diciembre, con marcado carácter escatológico, mirando a la venida del Señor al final de los tiempos;
b) desde el 17 de diciembre al 24 de diciembre, es la llamada "Semana Santa" de la Navidad, y se orienta a preparar más explícitamente la venida de Jesucristo en las historia, la Navidad.
Personajes: Las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías (primera lectura), también se recogen los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento señalando la llegada del Mesías. Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesias ofrece a los fieles para preparar la venida del Señor Jesús.
Esquema del Adviento
Inicia con las vísperas del domingo más cercano al 30 de Noviembre y termina antes de las vísperas de la Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1°, 2°, 3° y 4° de Adviento. Los días del 16 al 24 de diciembre (la Novena de Navidad) tienden a preparar más específicamente las fiestas de la Navidad.
El tiempo de Adviento tiene una duración de cuatro semanas. Este año, comienza el domingo 01 de diciembre, y se prolonga hasta la tarde del 24 de diciembre, en que comienza propiamente el tiempo de Navidad. Podemos distinguir dos periodos. En el primero de ellos, que se extiende desde el primer domingo de Adviento hasta el 16 de diciembre, aparece con mayor relieve el aspecto escatológico y se nos orienta hacia la espera de la venida gloriosa de Cristo. Las lecturas de la misa invitan a vivir la esperanza en la venida del Señor en todos sus aspectos: su venida al final de los tiempos, su venida ahora, cada día, y su venida hace dos mil años.
En el segundo periodo, que abarca desde el 17 hasta el 24 de diciembre inclusive, se orienta más directamente a la preparación de la Navidad. Su nos invita a vivir con más alegría, porque estamos cerca del cumplimiento de lo que Dios había prometido. Los evangelios de estos días nos preparan ya directamente para el nacimiento de Jesús.
En orden a hacer sensible esta doble preparación de espera, la liturgia suprime durante el Adviento una serie de elementos festivos. De esta forma, en la misa ya no rezamos el Gloria, se reduce la música con instrumentos, los adornos festivos, las vestiduras son de color morado, el decorado de la Iglesia es más sobrio, etc. Todo esto es una manera de expresar tangiblemente que, mientras dura nuestro peregrinar, nos falta algo para que nuestro gozo sea completo. Y es que quien espera es porque le falta algo. Cuando el Señor se haga presente en medio de su pueblo, habrá llegado la Iglesia a su fiesta completa, significada por solemnidad de la fiesta de la Navidad.
Tenemos cuatro semanas en las que Domingo a Domingo nos vamos preparando para la venida del Señor. La primera de las semanas de adviento está centrada en la venida del Señor al final de los tiempos. La liturgia nos invita a estar en vela, manteniendo una especial actitud de conversión. La segunda semana nos invita, por medio del Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener una actitud de permanente conversión. Jesús sigue llamándonos, pues la conversión es un camino que se recorre durante toda la vida. La tercera semana preanuncia ya la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de la venida del Señor. Finalmente, la cuarta semana ya nos habla del advenimiento del Hijo de Dios al mundo. María es figura, central, y su espera es modelo estímulo de nuestra espera.
En cuanto a las lecturas de las misas dominicales, las primeras lecturas son tomadas de Isaías y de los demás profetas que anuncian la Reconciliación de Dios y, la venida del Mesías. En los tres primeros domingos se recogen las grandes esperanzas de Israel y en el cuarto, las promesas más directas del nacimiento de Dios. Los salmos responsoriales cantan la salvación de Dios que viene; son plegarias pidiendo su venida y su gracia. Las segundas lecturas son textos de San Pablo o las demás cartas apostólicas, que exhortan a vivir en espera de la venida del Señor.
El color de los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote es el morado, igual que en Cuaresma, que simboliza austeridad y penitencia. Son cuatro los temas que se presentan durante el Adviento:

I Domingo
La vigilancia en espera de la venida del Señor. Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento". Es importante que, como familia nos hagamos un propósito que nos permita avanzar en el camino hacia la Navidad; ¿qué te parece si nos proponemos revisar nuestras relaciones familiares? Como resultado deberemos buscar el perdón de quienes hemos ofendido y darlo a quienes nos hayan ofendido para comenzar el Adviento viviendo en un ambiente de armonía y amor familiar. Desde luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas con los que nos relacionamos diariamente, como la escuela, el trabajo, los vecinos, etc. Esta semana, en familia al igual que en cada comunidad parroquial, encenderemos la primer vela de la Corona de Adviento, color morada, como signo de vigilancia y deseos de conversión.

II Domingo
La conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista. Durante la segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan Bautista: "Preparen el camino, Jesús llega" y, ¿qué mejor manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios? En la semana anterior nos reconciliamos con las personas que nos rodean; como siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir al Sacramento de la Reconciliación (Confesión) que nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado. Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de Adviento, como signo del proceso de conversión que estamos viviendo.
Durante esta semana puedes buscar en los diferentes templos que tienes cerca, los horarios de confesiones disponibles, para que cuando llegue la Navidad, estés bien preparado interiormente, uniéndote a Jesús y a los hermanos en la Eucaristía.

III Domingo
El testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al prójimo. Coincide este domingo con la celebración de la Virgen de Guadalupe, y precisamente la liturgia de Adviento nos invita a recordar la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar y servir a quien la necesita. El evangelio nos relata la visita de la Virgen a su prima Isabel y nos invita a repetir como ella: "Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?.
Sabemos que María está siempre acompañando a sus hijos en la Iglesia, por lo que nos disponemos a vivir esta tercer semana de Adviento, meditando acerca del papel que la Virgen María desempeñó. Te proponemos que fomentes la devoción a María, rezando el Rosario en familia, uno de los elementos de las tradicionales posadas, que inician el próximo día 16. Encendemos como signo de espera gozosa, la tercer vela, color rosa, de la Corona de Adviento.

IV Domingo
El anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María. Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a "Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo". Como ya está tan próxima la Navidad, nos hemos reconciliado con Dios y con nuestros hermanos; ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta. Como familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que esta cercana celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las comunidades. Encendemos la cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.

Tiempo de Adviento
(Del primer Domingo de Adviento al 24 de diciembre).
La lectura de los textos litúrgicos, de que la Iglesia se sirve durante las cuatro semanas de Adviento, nos descubre claramente su intención de nos asimilemos la mentalidad del Pueblo de Dios en la Antigua Ley, de los Patriarcas y Videntes de Israel, quienes suspiraban por la llegada del Mesías en su doble advenimiento de gracias y gloria.
La Iglesia griega honra en Adviento a los progenitores del Señor, y especialmente a Abrahán, a Isaac y a Jacob.
La Iglesia latina, sin honrarlos con un culto particular, nos recuerda su memoria con frecuencia en esta época, al hablar en el Breviario de las promesas relativas al Mesías que les fueron hechas. A todos ellos los vemos cada día desfilar, formando el magnifico cortejo que a Cristo precedió en los siglos a su venida. Pasan a nuestra vista Abrahán, Jacob, Judá, Moisés, David, Miqueas, Jeremías, Ezequiel y Daniel, Isaías, S. Juan Bautista. José u sobre todo María, la cual resume en sí misma todas las esperanzas mesiánicas, pues de su fiat depende su cumplimiento. Todos a una ansían porque venga el Salvador y le llaman con ardientes gemidos. Al recorrer las misas y los oficios de Adviento siéntese el alma impresionada por los continuos y apremiantes llamamientos al Mesías: “Ven, Señor, y no te tardes”. “Venid y adoremos al Rey que ha de venir”. “El señor está cerca, venid y adorémosle”. “Manifiesta, Señor, tu poder y ven.” “¡Oh Sabiduría! Ven a enseñarnos el camino de la prudencia”, “Oh Dios, guía de la casa de Israel, ven a rescatarnos”. “Oh vástago de Jesé, ven a redimirnos, y no tardes”. “Oh lave de David y cetro de la casa de Israel, ven saca a tu cautivo sumido en tinieblas y sombras de muerte”. “Oh oriente, resplandor de la luz eterna, ven y alúmbranos…”, “Oh Rey de las Naciones y su deseado, ven a salvar al hombre que formaste del barro”. “Oh Emmanuel (Dios con nosotros), Rey y Legislador nuestro, ven a salvarnos, Señor y Dios nuestro”.
El Mesías esperado es el Hijo mismo de Dios; Él es le gran libertador que vencerá a Satanás, que reinará eternamente sobre su pueblo, al que todas las naciones habrán de servir. Y como la divina misericordia alcanza no sólo a Israel sino a todo el Gentilismo, debemos hacer nuestro aquel Veni, y decir a Jesús: “¡Oh piedra angular, que reúnes en Ti a los pueblos todos, Ven”. Todos seremos guiados juntos por un mismo Pastor. “El, dice Isaías, pastoreará a su rebaño, y acogerá a los corderitos en sus brazos, y los llevará en sus haldas; Él que es nuestro Dios y Señor”.
Esta venida de Cristo, anunciada ya por los Profetas y a que el Pueblo de Dios aspira, es una venida de misericordia. El divino Redentor se apareció en la tierra bajo la humilde condición de nuestra humana existencia. Es también una venida de justicia, en que aparecerá rodeado de gloria y majestad al fin del mundo, como Juez y supremo Remunerador de los hombres. Los Videntes del A. Testamento no separaron estos dos advientos, por donde también la liturgia del Adviento, al traer sus palabras, habla indistintamente de entrambos. Por lo demás, ¿estos dos sucesos no tienen un mismo fin? “Si el Hijo de Dios se ha bajado hasta nosotros haciéndose hombre (1er advenimiento), ha sido precisamente para hacernos subir hasta su Padre” introduciéndonos en su reino celestial (2do advenimiento). Y la sentencia que el Hijo del hombre, ha quien será entregado todo juicio, ha de fallar cuando por segunda vez viniere a este mundo, dependerá del recibimiento que se le hubiere hecho al venir por vez primera. Este niño, dijo Simeón, estará puesto para ruina y para resurrección de muchos, y será una señal que excitará la contradicción”. El Padre y el espíritu darán testimonio de que Cristo es el Hijo de Dios, y el mismo Jesús lo probará bien por sus palabras y sus milagros. Y los mismos hombres deberán dar ese doble testimonio de un Dios en tres personas, decidiendo así ellos mismos de su suerte futura. “Bienaventurados los que no se escandalizaren por mi causa”, porque “el que pusiere en Cristo su confianza no será confundido”. Y al contrario, ¡ay de aquel que chocare con esa piedra de salvación!, porque quedará desmenuzado. “Si alguno se avergüenza de Mí o de mis palabras, dice Jesús, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él cuando venga en su gloria y en la de su Padre y sus santos Ángeles”. “Cuando el Hijo del hombre venga en su majestad, y con Él todos sus Ángeles, se sentará en el trono de su gloria, y reuniendo las Naciones todas en torno suyo, separará a los unos de los otros, como separa el pastor a las ovejas de los cabritos. Y colocará las ovejas a su derecha y los cabritos a su siniestra. Entonces dirá el Rey a los de su derecha. Venid benditos de mi Padre, poseed el reino que os está preparado desde el principio del mundo. Y luego dirá a los de su izquierda: Apartaos, malditos, e id al fuego eterno que el diablo y sus ángeles os tienen dispuesto” (Mat. 25, 31-46).
A todos cuantos hubieren negado a Cristo en la tierra, Él los desechará de sí, separándolos para siempre de los que le han sido fieles, y juntando en torno suyo a cuantos le hubieren acogido por su fe y su amor, los hará entrar en pos de sí en el reino de su Padre. Estrechamente unidos al Hijo de Dios humanizado, serán eternamente “Cristo y su místico cuerpo”, o lo que San Agustín llama “el Cristo total”. Y por ese motivo justificará Jesús su sentencia judicial que separará a los buenos de los malos, diciendo: “Todo cuanto habéis hecho con uno de mis pequeñuelos, conmigo lo habéis hecho; y lo que no habéis hecho con uno de mis pequeñuelos, conmigo no lo habéis hecho”.

Trascrito por José Gálvez Krüger

La Corona de Adviento
Origen: La Corona de Adviento tiene su origen en una tradición pagana europea que consistía en prender velas durante el invierno para representar al fuego del dios sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas. Partían de sus costumbres para enseñarles la fe católica. La corona está formada por una gran variedad de símbolos:

La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.

Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida, y Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.

Las cuatro velas: Nos hace pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo.
Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia.
Las manzanas rojas que adornan la corona representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.

El listón rojo representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.

Los domingos de adviento la familia o la comunidad se reúne en torno a la corona de adviento. Luego, se lee la Biblia y alguna meditación. La corona se puede llevar al templo para ser bendecida por el sacerdote.

domingo, 23 de noviembre de 2008

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

EL ÚLTIMO DOMINGO DEL AÑO LITÚRGICO, SE CELEBRA LA SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO.

Desde el anuncio de su nacimiento, el Hijo unigénito del Padre, nacido de la Virgen María, es definido "rey", en el sentido mesiánico, es decir, heredero del trono de David, según las promesas de los profetas, para un reino que no tendrá fin (cf. *Lc *1, 32-33). La realeza de Cristo permaneció del todo escondida, hasta sus treinta años, transcurridos en una existencia ordinaria en Nazaret.
Después, durante su vida pública, Jesús inauguró el nuevo reino, que "no es de este mundo" (*Jn* 18, 36), y al final lo realizó plenamente con su muerte y resurrección. Apareciendo resucitado a los Apóstoles, les dijo: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra" (*Mt *28, 18): este poder brota del amor, que Dios manifestó plenamente en el sacrificio de su Hijo.

El reino de Cristo es don ofrecido a los hombres de todos los tiempos, para que el que crea en el Verbo encarnado "no perezca, sino que tenga vida eterna" (*Jn *3, 16). Por eso, precisamente en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, él proclama: "Yo soy el alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin" (*Ap* 22, 13).

"Cristo, alfa y omega", así se titula el párrafo que concluye la primera parte de la constitución pastoral *Gaudium et spes *del concilio Vaticano II,. En aquella hermosa página, que retoma algunas palabras del siervo de Dios Pablo VI, leemos: "El Señor es el fin de la historia humana, el punto en el que convergen los deseos de la historia y de la civilización, centro del género humano, gozo de todos los corazones y plenitud de sus aspiraciones". Y prosigue así: "Vivificados y reunidos en su Espíritu, peregrinamos hacia la consumación de la historia humana, que coincide plenamente con el designio de su amor: "Restaurar en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra" (*Ef *1, 10)" (n. 45). A la luz de la centralidad de Cristo, la *Gaudium et spes* interpreta la condición del hombre contemporáneo, su vocación y dignidad, así como los ámbitos de su vida: la familia, la cultura, la economía, la política, la comunidad internacional. Esta es la misión de la Iglesia ayer, hoy y siempre: anunciar y testimoniar a Cristo, para que el hombre, todo hombre, pueda realizar plenamente su vocación.

La Virgen María, a quien Dios asoció de modo singular a la realeza de su Hijo, nos obtenga acogerlo como Señor de nuestra vida, para cooperar fielmente en el acontecimiento de su reino de amor, de justicia y de paz.

*BENEDICTO XVI, ÁNGELUS, Solemnidad de Cristo, Rey del universo,

domingo, 2 de noviembre de 2008

UNA REFLEXION SOBRE EL HIJO PRODIGO

Los aspectos prácticos de volverse libre de la adicción sexual deben ser
precedidos de una nueva perspectiva. Yo nunca he aconsejado a un hombre
profundamente arraigado en el barro de la adicción sexual que no tenga una
opinión distorsionada de Dios el Padre.


Podemos hacer todas las "cosas" correctas para ser libres, pero no
funcionará porque nuestros corazones tienen que agarrar el Evangelio o las
Buenas Nuevas, o la vergüenza permanecerá. Ahora, nuestras cabezas pueden
comprender las bondades de Dios, pero las áreas escondidas de nuestros
corazones tienen que ser tocadas por la gracia de Dios. De la misma manera
que el hijo pródigo, nuestras adicciones nos han avergonzado y manchado. Así
que, pongamos en orden algunas cosas antes de tratar con los pasos del "como
hacerlo".


1 - *TU ERES BIENVENIDO A CASA!*


Cuando el hijo pródigo se fue de casa, trató a su padre como si estuviera
muerto. "Déme mi herencia." La única manera que podía tener lugar eso era si
el hijo consideraba al padre muerto. Él esencialmente insinuó, "No quiero
nada de lo que usted es … solo quiero lo que usted tiene."


Yo he tratado a Dios de ese modo muchas veces, ¿usted no? He suplicado por
el "*arreglo rápido*", que siempre es la llamada de trompeta de las
adicciones. He exigido que Dios me saque de apuros, me cuadre todo, y se
mueva con poder a nombre mío. "*Señor sólo soluciona este problema. No
quiero esperar. Lo necesito ahora.*" Lo que realmente estoy diciendo es, "*No
quiero el dolor de tener Su carácter que trabaje en mí.*" Pero he aquí la
parte hermosa: no importa cuántos chiqueros personales he creado por mis
propias elecciones, Él siempre me ha dado la bienvenida a casa.


A través de los años, he aconsejado a varias personas que se habían
atormentado por sus adicciones destructoras, y nunca se habían escapado del
grito repetitivo de su adolescencia, "*Si usted camina afuera de esa puerta,
nunca vuelva a esta casa otra vez.*". Ésa es una de las razones por las
cuales ellos se han ido de chiquero en chiquero. Pero he aquí las gloriosas
noticias: *USTED TIENE UN PADRE CELESTIAL QUIEN SIEMPRE LE DA LA BIENVENIDA
A A CASA.* ¡PUNTO!


2 - *USTED TIENE UN PADRE QUE ESPERA PACIENTEMENTE*.


La parábola del hijo pródigo insinúa que el padre estaba constantemente
explorando el horizonte buscando al hijo descarriado. El padre no fue y
arrastró al hijo afuera del chiquero, y Dios el padre tampoco hará eso con
usted. Ésa es la razón por la cual sus pasos pequeños de obediencia en los
días venideros son tan críticos.


¿Por qué el padre no fue por del hijo? Porque él lo amo así profundamente
que quería que el hijo tuviera *la dignidad de elección*. La única cosa que
el hijo había dejado era la libertad de elección, y el padre no le quitaría
eso de él. Muchas personas en la mitad de las adicciones piden a Dios que
venga y los saque de apuros. Ellos quieren que el Espíritu Santo venga y los
"*saque*" afuera de un problema. El no hará eso porque el propósito de Dios
en su vida es sanarlo, no permitirle a usted hacer algo.


Sí, el poder del Espíritu Santo es crítico cuando usted está tratando de
arreglárselas con los poderes completamente demoníacos de las adicciones
sexuales. Sin embargo, el Espíritu Santo no vino sobre la iglesia primitiva
indiscriminadamente, "*No se alejen de Jerusalén, sino esperen la promesa
del Padre*." Hechos 1: 4. Todos los discípulos salieron de los chiqueros de
sus miedos y volvieron a casa a la habitación superior.


Su padre celestial espera pacientemente que usted vuelva a casa, dejando
atrás la negación, el engaño y la culpa. Y nunca hay un momento en que el
Dios del Universo no lo tenga a usted en su mente. *El esperará
pacientemente que usted haga la elección de volver a casa*. ¿Usted sabe eso?
No me importa lo que usted haya hecho. Lo que usted esté haciendo. Lo que
usted sea. Dónde usted este. No importa que tan rápido usted esté deslizando
la bajada, o qué tan bajo usted pueda haberse hundido. Usted tiene un Padre
que nunca deja de pensar en tí y espera que hagas un movimiento hacia Él.


3 - *SU PADRE CELESTIAL LE RESPONDE EN SACRIFICIO A USTED*.


Siempre disfruto de la escena del padre que corre hacia el hijo cuando
inicialmente lo ve en Lucas 15, pero recientemente, estando de pie en las
afueras de un pueblo en Mexico, me di cuenta cómo nunca antes del poder
completo de esa escena. Yo antes había descrito al hijo subiendo por una
larga calzada a la inmensa granja del padre, de la misma manera que usted
podría ver las plantaciones. Luego me di cuenta de que la escritura reflejó
el contexto cultural. La casa del padre habría sido parte de un pueblo, y
cuando el hijo camino a través de los campos de los agricultores
circundantes, la noticia se habría extendido. El pueblo completo habría
estado observando.


El padre tenía un par de opciones. Podría permitir que el hijo hiciera la
larga caminata llena de vergüenza, o podría en sacrificio acudir a su hijo
que regresaba. Había más que sólo emoción involucrada en la respuesta del
padre.


Su padre celestial nunca le pide a usted que venga arrastrándose ante Él
debido a lo que has hecho. *Nunca lo expone a usted a la vergüenza pública*.
Pero te pedirá que se esté afuera del chiquero y se dirija a la casa,
admitiendo que usted estaba en un chiquero y ahora necesita Su ayuda. *Jesús
fue clavado en la cruz así que nosotros no tendríamos que ser atravesados
por la agonía de nuestras adicciones*. *El fue públicamente humillado y
avergonzado con el propósito de que nosotros podamos estar libres de nuestra
vergüenza*. Ése es el punto principal del Cristianismo y la respuesta a cada
adicción que sacude las almas de los hombres.


*Permitanme compartir las cuatro creencias principales encontradas en las
mentes de aquellos que han experimentado la vergüenza y la desesperación que
viene de la impotencia y el no manejo de la adicción sexual. Todas las
respuestas se cristalizan alrededor del problema de la falta de mérito*.


1. *Soy básicamente una persona mala e indigna*.


2. *Nadie me amaría como yo soy*.


3. *Mis necesidades nunca van a ser cubiertas si tengo que depender de otros
*.


4. *Las Relaciones sexuales son mi necesidad más importante*.


La respuesta para la primera creencia principal viene de *aprender cómo
verse* usted mismo como su Padre Celestial lo hace - *un ser humano
imperfecto salvado por la gracia de Dios, pero todavía en construcción*.
Pero esa verdad no va a tener efecto en su vida a menos que usted tome el
próximo paso y trate con la mentira declarada en la segunda creencia
principal, "*Nadie me amaría como yo soy*." Aquí es donde nosotros tenemos
que aprender a cómo caminar en la gracia y dejar el espejismo de ser
perfectos o estar en control.


*Dios es quien tiene todo bajo control y necesitamos ponernos bajo su
Señorío*.