lunes, 31 de marzo de 2008
LOS DISCIPULOS DE JESUS, LA LLAMADA
Santiago Guijarro Oporto
A partir de los diversos relatos de vocación que encontramos en los evangelios (Mc 1,16-20 par; Lc 9,57-62 par; Jn 1,35-51) podemos esbozar una reconstrucción de los hechos que están en el origen de los relatos de vocación, y situar la llamada de Jesús en el contexto de las experiencias vocacionales de su época.
La llamada de Jesús (los hechos)
Jesús conoció a algunos de los que más tarde serían sus discípulos en Judea, cuando él mismo formaba parte del grupo congregado en torno a Juan Bautista. En un momento posterior, que resulta difícil determinar, vivió una profunda experiencia religiosa que le hizo descubrirse a sí mismo y su misión desde una nueva relación con Dios (bautismo, tentaciones). Desde esta nueva conciencia sobre sí y sobre el proyecto de Dios comenzó su ministerio público. Al comenzar dicho ministerio llamó a algunos de los antiguos discípulos de Juan, que habían vuelto a sus lugares de origen, para que le siguieran y colaboraran con él en la misión que pretendía llevar a cabo. Es posible que esta llamada se haya repetido más adelante con otras personas hasta llegar a formar un amplio grupo de discípulos y discípulas. Fue Jesús quien tomó la iniciativa a la hora de llamar a sus discípulos, y lo hizo demostrando una gran autoridad. Dicha llamada tenía como objeto, en primer lugar, el seguimiento, que implicaba una estrecha relación con él. Pero Jesús llamó también a sus discípulos para que colaboraran en su misión cuando estuvieran preparados para ello. Responder a esta llamada supuso en la mayoría de los casos una ruptura con la familia, que era entonces el principal referente social. Finalmente, lo más probable es que esta respuesta a la llamada de Jesús y las renuncias que implicaba se fuera dando progresivamente hasta llegar a una total adhesión a Él y a su proyecto.
Esta reconstrucción hipotética basada en el análisis de los textos y de las tradiciones de las que estos dependen adquiere un significado particular cuando la situamos en el contexto de la sociedad palestina del siglo primero. Jesús no fue el primero ni el único que reunió en torno a sí a un grupo de discípulos, pero ciertamente lo hizo de una forma nueva que revela su conciencia sobre sí mismo y sobre el proyecto de Dios.
Llamada y seguimiento en el mundo de Jesús (el contexto)
En el mundo de Jesús había diversos tipos de relación discipular, y cada uno de ellos presuponía un tipo de llamada. He aquí algunos de los más importantes.
En torno al siglo primero surgieron una serie de profetas que lograron congregar en torno a sí un grupo numeroso de seguidores. Algunos de estos grupos tenían fuertes connotaciones apocalípticas, y esperaban una inminente intervención de Dios. El grupo de Juan Bautista, que puede incluirse en esta categoría, nos permite hacernos una idea de cómo llamaban a sus discípulos estos profetas. No se trataba de una llamada personal, sino de una invitación general. Su objetivo no era la relación con el maestro ni una misión ulterior, sino la preparación personal para la manifestación definitiva de Dios que estaba a las puertas. En el ministerio de Jesús encontramos también una invitación general a la conversión ante la inminente llegada del Reinado de Dios, pero además encontramos otro tipo de llamada personalizada que tiene que ver con su persona y con su misión.
Otro modelo de relación discipular en tiempos de Jesús era el practicado por los maestros de la Ley en el círculo del movimiento fariseo. La relación entre maestros y discípulos era muy valorada por ellos, y fue el pilar sobre el que se asentó la tradición rabínica que más tarde daría lugar al Judaísmo tal como hoy lo conocemos. Después de la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 d. C. el movimiento fariseo se convirtió en el grupo dominante dentro del Judaísmo. Este hecho tuvo mucho influjo en algunos grupos cristianos, y por eso a veces en los evangelios Jesús es presentado como un rabbi (Mateo), y la relación entre él y sus discípulos se parece mucho a la de los maestros de la Ley con los suyos. Sin embargo, entre el modelo de discipulado fariseo y el de Jesús hay importantes diferencias. Aunque algunos maestros suscitaban en sus discípulos una intensa adhesión personal, el principal objetivo del discipulado rabínico era enseñar la Ley y su recta interpretación. La figura del maestro sólo tenía un papel instrumental, y de hecho no era infrecuente el cambio de maestro. Además, no era el maestro quien solía elegir a sus discípulos, sino que eran éstos quienes solicitaban entrar a formar parte de su grupo de discípulos. Las diferencias con la llamada de Jesús son notables.
En el mundo de Jesús era también conocida la experiencia vocacional de los antiguos profetas. La mayoría de ellos fueron llamados directamente por Dios de formas diversas (Isaías, Jeremías, Amós...). Ya hemos visto que uno de estos relatos vocacionales, el de la llamada de Elías a Eliseo, fue utilizado por los cristianos de la primera generación (Mc y Q) para formular la llamada de los primeros discípulos. Las semejanzas entre la llamada de Jesús y la de Elías son notables (invitación personal, ruptura familiar, misión), pero en la llamada de Jesús encontramos también significativas novedades (vinculación personal a él, radicalización de las exigencias). En todo caso, no es improbable que la tradición sobre Elías, un personaje muy importante en la vida de Jesús, inspirara de algún modo la forma en que llamó a sus discípulos.
Así pues, la llamada de Jesús a sus discípulos no fue algo absolutamente novedoso. Existían diversos modelos de discipulado y el hecho de que un maestro o profeta invitase a otros a seguirle era relativamente frecuente. Jesús asumió elementos de estos modelos culturales a la hora de llamar a sus discípulos, pero al mismo tiempo, en su forma de llamar a los que luego serían sus discípulos encontramos una serie de elementos nuevos cuyos efectos perduraron en las primeras comunidades cristianas. Estos rasgos característicos son la clave para comprender el significado y alcance de la llamada de Jesús.
Rasgos característicos de la llamada de Jesús (el significado)
La forma en que Jesús llamó a sus discípulos, el hecho de llamar a unas personas concretas y no a otras, la finalidad de dicha llamada y las consecuencias que tuvo en la vida de quienes le siguieron son los rasgos más novedosos de la experiencia vocacional que encontramos en los evangelios. Ahora bien, el origen de esta novedad hemos de buscarlo en la comprensión que Jesús tenía de sí mismo y del proyecto de Dios sobre este mundo. Por eso, la peculiaridad de la llamada de Jesús nos remite, en última instancia, a estas dos coordenadas, y gracias a ella podemos entenderlas mejor. Para finalizar esta presentación, vamos a detenernos en estos cuatro rasgos característicos que determinan la novedad de la llamada de Jesús.
Jesús llamó a sus discípulos con una autoridad poco común
El hecho de que fuera él quien tomara la iniciativa, y la autoridad con que lo hizo, revelan una conciencia muy particular acerca de sí mismo. Al actuar así, Jesús se sitúa en el lugar que Dios ocupaba en los relatos de vocación del Antiguo Testamento. En dichos relatos era Dios quien llamaba directamente a los caudillos y profetas del pueblo, para encomendarles una misión. Jesús actúa de la misma manera, y además pide a sus discípulos una adhesión incondicional a su persona. Esta autoridad de Jesús, que ha sido definida de diversas formas (carismática, mesiánica), revela una comprensión de sí mismo (autoconciencia), que va más allá de lo que otros profetas y guías espirituales de Israel habían pensado de sí mismos. Esta autocomprensión de Jesús tiene que ver con su conciencia de filiación. Esta conciencia, que se manifiesta en la forma peculiar de dirigirse a Dios por medio de la invocación abbâ, y en sus enseñanzas sobre la oración, está relacionada con su propia experiencia vocacional, que ha llegado hasta nosotros de forma velada en los relatos de su bautismo y tentaciones (Mc 1,9-13 par.). Fue después de esta experiencia cuando Jesús comenzó a llamar a sus discípulos, y lo hizo desde una nueva experiencia de su relación con Dios. Podemos decir, por tanto, que la autoridad manifestada por Jesús a la hora de llamar a sus discípulos tiene su origen en esta conciencia de filiación.
Fue Jesús quien eligió a sus discípulos
Marcos lo expresa con una frase lapidaria, cuando dice que ìllamó a los que quisoî (Mc 3,13). Aunque a veces la iniciativa para incorporarse al grupo de sus seguidores procediera de aquellos a los que había curado o liberado del demonio (Mc 5,18), el grupo de sus seguidores más cercanos fue elegido por él. Este es un dato significativo que podría revelar las intenciones de Jesús, y que tiene poco que ver con la idea tan difundida de que llamó a unos ìpobresî pescadores de Galilea. Lo que los relatos de vocación nos dicen acerca de la condición social de los discípulos de Jesús es algo muy distinto. Pensemos, por ejemplo, en el relato de la vocación de Santiago y Juan. En la escena, además de ellos y su padre, se encuentran los jornaleros. ¿Por qué llamó Jesús a los hijos de Zebedeo y no a sus jornaleros? Santiago y Juan, lo mismo que Leví, y en cierto modo Pedro y Andrés, pertenecían a un nivel social relativamente elevado. Zebedeo poseía una barca grande, pues necesitaba contratar jornaleros. Sus hijos, como él, debían conocer el sistema de impuestos, las artes de la pesca y cómo vender las capturas a las factorías de salazón, además de todo lo referente al transporte de mercancías, que era su principal ocupación una buena parte del año. Leví era un recaudador de impuestos, un oficio que requería también notables habilidades. Pedro y Andrés podían permitirse pasar una temporada en Judea escuchando a un nuevo profeta. Es significativo que ninguno de estos discípulos de Jesús fuera campesino. Estos datos no pueden ser casuales. Jesús tenía un programa y para llevarlo a cabo necesitaba personas capaces, que tuvieran cierta movilidad.
Jesús impuso a sus discípulos condiciones de extrema radicalidad
La más importante de todas fue, sin duda, la ruptura con la casa, que era la principal institución social en el mundo helenístico-romano. El núcleo vital de la casa eran los miembros de la familia, que formaban una unidad de producción y tenían la obligación de conservar y acrecentar el honor y el patrimonio familiar. La relación dominante en la familia helenístico-romana era la que unía al padre con el hijo, porque sobre ella se asentaba la continuidad de la familia. Este es el marco en el que hemos de situar los cambios que se producen en la vida de los que son llamados por Jesús: dejar las redes, abandonar al padre, dejar la barca, levantarse del mostrador de impuestos, vender las propiedades, o dejar de enterrar al propio padre son actitudes que apuntan en una misma dirección: la ruptura con la casa, la institución que entonces podía proporcionar más seguridad y apoyo a los individuos. En los relatos de vocación no queda claro si la ruptura con la familia es una exigencia o una consecuencia de la llamada de Jesús. En cualquier caso, podemos preguntarnos por qué el seguimiento está tan relacionado con esta ruptura. La respuesta no es sencilla, pero la estrategia seguida por Jesús con sus discípulos más cercanos se parece mucho al primer estadio de los ritos de paso en muchas sociedades tradicionales. Dichos ritos comienzan provocando una drástica ruptura con la situación anterior. Viene después una segunda fase intermedia, llamada de liminalidad, en la que se va operando la transformación. Y finalmente una tercera fase, en la que se da la agregación al nuevo grupo o situación. La analogía puede ayudar a entender que la ruptura con la institución más determinante para el individuo en aquella sociedad era el primer paso de un proceso tendente a crear una nueva sociedad gobernada por la voluntad de Dios. El discipulado y la incorporación de los discípulos a la misión de Jesús podrían ser los otros dos pasos del proceso.
Jesús llamó a sus discípulos con una intencionalidad concreta
Según la expresión de Marcos ìpara que estuvieran con él y para enviarlos a predicarî. Esta doble finalidad es característica de la llamada de Jesús. En ninguno de los grupos religiosos de la época encontramos una exigencia de adhesión personal como la que encontramos en Jesús. El imperativo ìSíguemeî constituye el núcleo de su llamada. Seguir a Jesús, ir detrás de él, constituirá el centro del estilo de vida de sus discípulos. Jesús llamó a sus discípulos, en primer lugar, para que establecieran una nueva relación con él, una relación que implica no sólo el aprendizaje de su doctrina, sino la imitación de su estilo de vida y la identificación con su destino. Esta identificación con Jesús es, además, la condición para que los discípulos puedan ser enviados a anunciar y hacer presente el reinado de Dios. Estas dos finalidades de la llamada de Jesús nos revelan, una vez más, algo acerca de su conciencia filial y de su comprensión del proyecto de Dios. Él es el mediador del reinado de Dios que ha comenzado a llegar. La difusión de este anuncio es urgente, y por ello se rodea de un grupo de discípulos que le ayuden en la tarea. Para la tarea no vale cualquiera, y por ello los escogió cuidadosamente y dedicó mucho tiempo a instruirlos con su palabra y con su vida.
Tomado de:
Guijarro Oporto, S., "Vocación" en el Diccionario de Jesús de Nazaret, que publicará próximamente la editorial Monte Carmelo de León.
domingo, 30 de marzo de 2008
LA GRAN NOTICIA
La gran noticia de la Pascua es que Jesús, el enviado del Padre, el Hijo de María, el que nació en el Pesebre y Muró el la Cruz ha resucutado y está vivo en medio de Nosotros. El venció la Muerte para darnos vida y vida en abundancia. el nos propone una vida nueva, una vida en plenitud. será que somos capaces de seguir al Resucitado? y caminar tras de sus huellas. El Está vivo y nos promete una vida de gozo, pero no el gozo que da el mundo que a la larga se convierte en esclavitud, sino el gozo del Espíritu, el cual solo se alcanza aceptando a Jesús en el Corazón y dejándose llenar de su Espíritu Santo, el camino para este encuentro con el Resucitado es la Oración, la lectura de su palabra, el compartir fraterno, la caridad y la practica consciente de los sacramentos, todo esto nos conduce a la liberación del pecado y nos proporciona una vida nueva en el Espíritu. No dudes en implorar la presencia de Jesús en su vida y pídale que le llene del Espírirtu de vida, es decir el Espíritu Santo prometido por el mismo Cristo y verás que la paz que se siente en el corazón es inmensa.
http://es.shvoong.com/humanities/1797395-jesus-ha-resucitado/
sábado, 29 de marzo de 2008
JESUS RESUCITADO
Al resucitar Jesús venció al enemigo invencible: la muerte. De esta forma abrió una brecha en la historia de la humanidad. Si un muerto resucita, entonces todo lo demás es posible. El hombre ya no está condenado a morir. Su vida no se acaba con la muerte. su esperanza está puesta más allá de esta tierra. Al resucitar Jesús comunicó su misma vida, vida de resucitado, a los que con El habían muerto al pecado:(José H. Prado F.)
Pasado el sábado,al alborear el primer día de la semana,María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran terremoto, pues el Angel del Señor bajo del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. el Angel se dirigió a las mujeres y les dijo:
El sepulcro vacío
Mt 28,1-5a
Mensaje del Angel
"Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos e irá delanta de vosotros a Galilea; allí le veréis. Ya os lo he dicho."Ellas partieron a toda prisa del sepulcro con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos.
La resurrección de...
Mt 28,5b-8
Jesús Glorioso
Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con él, que estaban tristes y llorosos. Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron. Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea. Ellos volvieron a comunicárselo a los demás, pero tampoco creyeron a éstos.
Aparición a María de Magdala
Mc 16,9-13
Jesús triunfante
Al atardecer de quel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz con vosotros." Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: "La paz con vosotros. Como el Padre me envío, también yo os envío."
"Yo soy la resurrección y la vida"
Jn 20,19-21
Jesús Príncipe de la Paz
Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos."Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contestó: "Si no veo en sus manosla señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi manoen su costado, no creeré."
"Yo soy el Alfa y el Omega..."
Jn 20,22-25
"¿Quieres venir en pos de mí?..."
Ocho días después estaban otra vez sus discípulosdentro Tomás con ellos.Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: "La paz con vosotros." Luego dice a Tomás: "Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente." Tomás le contestó:"Señor mío y Dios mio". Dícele Jesús: "Porque has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído."
Aparición a Tomás
Jn 20,26-29
Camino, Verdad y Vida
PRIMERA CONCLUSION
Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro.
Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.
Venid a mí todos...!
Jn 20,30-31
¡He aquí, el corazón que tanto ama!
EPILOGO
Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.
Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran
¡Yo soy la Luz del mundo¡
Jn21,24-25
¡Rey de Reyes!
APARICION EN GALILEA Y MISION UNIVERSAL
Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado, y al verlele adoraron: algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues. y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo."
Padre, Hijoy Espíritu Santo
Mt 28,16-20
Ascensión a los cielos
Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo, y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios.
Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.
La Ascensión del Señor
Lc 24,50-53; Mc 16,20
La Santísima Trinidad
encuentro con la palabara
Domingo II de PascuaCiclo A (Juan 20, 19-31)30 de marzo de 2008"No seas incrédulo; ¡cree!”
En alguna parte leí la historia de un montañista que, desesperado por conquistar el Aconcagua, inició su travesía, después de años de preparación. Quería la gloria sólo para él, por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y no se preparó para acampar, sino que siguió subiendo, decidido a llegar a la cima. Oscureció, la noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña; ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a solo cien metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires... Bajaba a una velocidad vertiginosa; solo podía ver veloces manchas cada vez más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida; pensaba que iba a morir; sin embargo, de repente sintió un tirón tan fuerte que casi lo parte en dos... Como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura. En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedó más que gritar: «¡Ayúdame, Dios mío!»De repente una voz grave y profunda de los cielos le contesta: –«¿Qué quieres que haga, hijo mío?» –«¡Sálvame, Señor!» –«¿Realmente crees que puedo salvarte?» –«Por supuesto, Señor». –«Entonces, corta la cuerda que te sostiene...» Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda... y no se soltó como le indicaba la voz. Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda... a tan solo dos metros del suelo...
La duda mata, dice la sabiduría popular. Y para demostrarlo, basta ver una gallina tratando de cruzar una carretera por la que transitan camiones con más de diez y ocho llantas... El Evangelio que nos propone la liturgia del Segundo domingo de Pascua nos muestra a un Tomás exigiendo pruebas y señales claras para creer: “Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Después los otros discípulos le dijeron: – Hemos visto al Señor. Pero Tomás contestó: – Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo podré creer”. Seguramente, muchas veces en nuestra vida hemos dicho palabras parecidas a Dios. Este domingo tenemos una buena oportunidad para revisar la confianza que tenemos en el Señor.
Cuando el Señor volvió a aparecerse en medio de sus discípulos, llamó a Tomás y le dijo: – Mete aquí tu dedo, y mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado...” Será necesario que el Resucitado nos diga «¡No seas incrédulo sino creyente!» o, por el contrario, seremos merecedores de esa bella bienaventuranza que dice: «Dichosos los que creen sin haber visto». Sinceramente, preguntémonos: ¿Dónde tenemos puesta nuestra confianza? ¿Dónde está nuestra seguridad? ¿Estamos llenos de dudas que nos van matando? ¿Qué tanto confiamos en la cuerda que nos sostiene en medio del abismo?